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30/01/2021Todo surgió como la idea de un tesista del programa de Doctorado MaReA y que, tras diversos estudios, modelos y pruebas, se convirtió en un prometedor invento, resolviendo una necesidad a partir de innovación tecnológica con seductora perspectiva económica, que busca impactar el mercado internacional.
“Un sistema para cultivo de almejas tipo baby de la especie Venus antiqua” es el título de la solicitud de patente CL201903735, que fue galardonada en la Categoría Protección de Invenciones de los Premios “Ciencia con Impacto”, que cada año otorga la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Concepción, a equipos de investigación que protegieron los resultados de sus proyectos durante el 2019, a través de la presentación de una solicitud de patente.
Este método para el cultivo de almejas es un sistema original, ideado por los inventores: Dr. Hugo Arancibia, académico del Departamento de Oceanografía de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas UdeC; y el M.Sc. Luis Filun, académico de la Universidad de Los Lagos y tesista del programa de Doctorado en Ciencias con mención en Manejo de Recursos Acuáticos Renovables (MaReA) de la Universidad de Concepción.
Ambos idearon un sistema de cultivo único, que se deriva de resultados tecnológicos de un proyecto FONDEF de innovación tecnológica, llevado a cabo entre 2017 y 2020.
El proyecto consistió en una propuesta tecnológica para el desarrollo de cultivo de la almeja Venus antiqua.
Una de las novedades de esta propuesta es que utiliza los insumos, parte de la maquinaria y el personal que trabaja en el cultivo de mitílidos.
¿Cómo lo lograron?
Los choritos se cultivan en cuelgas y en unas cuerdas largas denominadas long line. El chorito posee una proteína especializada, una especie de raíz o viso que le permite fijarse al sustrato. Es decir, cuando la larva tiene movilidad propia, se fija al sustrato y ahí continúa desarrollándose, pegada al sustrato. Pero la almeja no posee ese viso, por lo que era necesario idear un mecanismo adicional para resolver esta dificultad y reutilizar parte del mismo sistema usado en la mitilicultura, pero ahora ingeniosamente adaptado al cultivo de almejas.
Fue necesario desarrollar el cultivo de almejas en un medio suspendido, que básicamente consiste en un sistema similar a una cajonera de cuatro patas y que posee seis a ocho cajas. Cada una de esas cajas tiene una altura y dimensión determinada, además de la arena necesaria para permitir que las semillas obtenidas en laboratorio se desarrollen en ese sustrato determinado, suspendido en este innovador sistema similar a un rack de piezas de lego.
“Suspender una línea con cajoneras colgantes bajo el mar no es algo trivial, y por ello, esta invención requirió de un equipo multidisciplinario de especialistas, entre los que se cuentan oceanógrafos, ingenieros navales y diseñadores industriales, entre otros”, dice el académico de Oceanografía UdeC, Dr. Hugo Arancibia.
Todo partió como el proyecto de tesis de innovación tecnológica del alumno del doctorado MaReA, Luis Filun, comprendiendo la fecundación in vitro de las almejas y una investigación acerca de los modelos y experimentos fallidos realizados en Chile y en el extranjero.
“Producir semillas de laboratorio es fácil porque la tecnología in vitro existe. Sin embargo, hay fracasos previos, nacionales y extranjeros. El desafío aquí no es solo producir semillas en grandes cantidades, sino que también ser capaces de sembrarlas en un ambiente natural de fondo blando, en el sur de Chile, donde existen grandes extensiones, kilómetros, entre marea baja y marea alta”, explica el Dr. Arancibia.
Pruebas exitosas
Este sistema fue probado cerca de Ancud, en un centro de mitilicultura, dónde el sistema permaneció dos inviernos en el mar, con las respectivas temporadas de primavera-verano. Allí se instalaron dos líneas experimentales de 50 racks, con 6 a 8 cajoneras.
Con una precisión científica, el sistema fue montado con las especificaciones técnicas y espaciales que permiten un óptimo funcionamiento, se instaló también a una profundidad estudiada, con la luz adecuada, sin un exceso de turbiedad por la cercanía al sedimento del lecho marino, y a una profundidad donde existe una buena producción de fitoplancton, para ser filtrado por las almejas.
Entre 10 y 11 meses después de sembradas las semillas, ya es posible obtener cosecha. Esto es dentro de un mismo año, lo cual resulta muy atractivo desde el punto de vista económico.
“En estos momentos, estamos esperando a que pase la pandemia para retomar el escalamiento productivo con la empresa interesada. En paralelo, la patente solicitada fue seleccionada por la Unidad de Propiedad Intelectual (UPI) UdeC y sigue en trámite. De esta manera, se busca proteger esta innovación, especialmente de países como Estados Unidos y Japón”, señala el Dr. Hugo Arancibia.
Actualmente existe una empresa interesada en esta invención, ya que la almeja baby despierta un gran interés en el mercado internacional, sobre todo en países como España, Italia y Estados Unidos.
Fotografía de portada: Gentileza Luis Filun.